Editorial Volúmen 21 Núm. 1-2

A finales del año 2019 surge en China una pandemia causada por un virus “diferente” que toma al mundo por sorpresa y se expande rápidamente en el planeta, la SARS-2 COVID-19. Para el final de año 2020 se estima que podrían haberse acumulado en el mundo aproximadamente 90 M de casos, con cerca de 2 M de defunciones y más de 60 M de pacientes recuperados. En México se registraron 1.5 M de casos totales, 130,000 defunciones y más de un millón de casos recuperados (John Hopkins, Coronavirus Resource Center) con una segunda fase de incremento muy importante en numerosos países, pero…¿realmente se han recuperado los “recuperados”?

Expertos internacionales en infecciones virales como Paul Garner, profesor de la Liverpool School of Tropical Medicine, director del Centre for Evidence Synthesis in Global Health y Coordinating editor del Cochrane Infectious Diseases Group, en notas del grupo BMJ, hace una relatoría de la grave enfermedad que padeció y de las estrategias de búsqueda de información en las fuentes más autorizadas (Cochrane, entre otras) sin encontrar respuesta. El profesor Peter Piot director de la London School of Hygiene and Tropical Medicine padeció también una forma grave de COVID-19. La BBC News en diversas entrevistas narra su experiencia. Ambos concluyeron que “no sabemos nada de esta enfermedad” respecto a la mortalidad, a las edades de mayor riesgo, las razones de las diferencias con respecto a la variedad de formas clínicas: los que mueren, los que tienen formas muy graves, pulmonares o multisistémicas, los que solo tienen formas leves, los portadores asintomáticos, los que no se contagian. Tampoco se sabe si se produce inmunidad duradera o el por qué se pueden reinfectar quienes ya padecieron la enfermedad.

Se ha avanzado. Se empiezan a conocer, no solo durante las fases agudas sino también en las tardías, las lesiones extrapulmonares del COVID-19, así como los mecanismos inmunológicos de la lesión; las alteraciones multisistémicas reportadas incluyen como manifestaciones extrapulmonares del COVID-19 el daño neurológico, tipo Guillain-Barré, problemas de memoria, disminución de la capacidad intelectual, fatiga crónica, lesiones cardiovasculares, lesiones renales, coagulopatía, caquexia y sarcopenia, además de otras que son consecuencia del majejo medicamentoso múltiple que ocasiona sus propias consecuencias a corto y largo plazo.

Las decisiones terapéuticas iniciales se aplicaron sobre la incertidumbre, sin analizar las reflexiones éticas que le son inherentes. En un principio, vigilancia exclusivamente, con limitación, prácticamente prohibición del uso de antiinflamatorios y corticosteroides, seguido por la prescripción de hidroxicloroquina, ivermectina, azitromicina y tratamientos moleculares y anticuerpos monoclonales. Con base en mejor conocimiento, se propuso entonces el empleo de esteroides parenterales a dosis relativamente elevadas y tratamiento anticoagulante. Con tratamientos más modernos se ha logrado reducir la mortalidad al menos en países y en personas con mejores condiciones socioeconómicas, en comparación con aquellos con problemas socioeconómicos importantes.

De interés para las ciencias clínicas es empezar a conocer la enfermedad entre los “recuperados”, en los que se observa el Long covid, en aproximadamente el 20% de los casos. Long covid es un término con el que se describe el padecimiento en personas o población que han superado la fase aguda, pero permanecen con efectos y complicaciones de la infección cuya sintomatología permanece más allá del periodo esperado. Ha afectado también al personal de salud, infectado previamente, en quienes se ha potenciado por el estrés y el cansancio que ya padecen. Ante la incertidumbre y la falta de conocimiento integral de la enfermedad de la pandemia, hay un llamado urgente, de interés para las ciencias clínicas: se necesita apoyo para la investigación de la evolución de las personas recuperadas de COVID-19 para evitar y tratar las consecuencias y las secuelas de la fase aguda de la enfermedad, pero además, cada integrante del equipo de salud puede iniciar la investigación en su ámbito de acción, comparando datos de diferentes sitios y condiciones. Podremos saber qué características de la enfermedad son universales y cuáles son locales o particulares. Estos planteamientos, además permitirán mejorar la atención de nuestros pacientes con consecuencias a largo plazo.