Los estudios de autopsias se realizaron en algunos hospitales y en universidades para aportar un panorama de la patología de los órganos y sistemas más frecuentemente afectados por el COVID-19; conocer las rutas de invasión y distribución del virus en el organismo y, asimismo, para actualizar y difundir los métodos más modernos de estudio y tratar de comprender la patogénesis, y en algunos casos mostrar la trayectoria y los perfiles clínicos que condujeron a la muerte de los pacientes. En todos los artículos se encuentra información relevante, aunque en lo general necesariamente redundante, además de contener información específica diversa. En el estudio post mortem los hallazgos macroscópicos se pudieron correlacionar con los estudios de imagen que aportaron resultados importantes, pero elementales. Aunque las técnicas histológicas son una herramienta invaluable, para las necesidades actuales y los métodos era preciso detectar la presencia del virus para mejorar la comprensión de la patogénesis. Entre otros métodos, esto se consiguió empleando anticuerpos mediante técnicas inmunohistoquímicas contra la proteína de la nucleocápside y la glucoproteína espiga (proteína S), ensayos de hibridación in situ del RNA viral, PCR (polymerase chain reaction), microscopia electrónica y otras pruebas moleculares con el objetivo de detectar el virus en diversas muestras: tracto respiratorio superior, faríngeo, nasal, saliva, tracto respiratorio inferior, aspirados endotraqueales y broncoalveolares, piel, heces, sangre, líquido céfalorraquídeo y órganos afectados, de acuerdo con los estudios clínicos, aunque con ciertas dificultades para la interpretación correcta inherentes a los artefactos de las técnicas. De esta manera, las autopsias y los patólogos desempeñaron un papel vital en la lucha contra la pandemia. En los estudios post mortem se incluyó información relacionada con las características y la evolución clínica de los casos, estudios efectuados, diagnósticos previos, diagnóstico en el laboratorio, hallazgos macroscópicos y de estudios especiales, comorbilidades coadyuvantes de las lesiones, de patología producida por los virus y lugar de procedencia de los casos.6-10
Los dos primeros reportes, tanto clínicos como de estudios post mortem, se publicaron en China. Al parecer, el primer reporte de hallazgos patológicos lo publicaron Zhe Xu y col.11 con dos versiones, una en idioma chino y otra en inglés, como reporte de caso con datos clínicos del tratamiento y hallazgos de autopsia en pulmones, hígado y corazón. Bian7 en 2020 publicó el primer reporte integral sobre hallazgos post mortem. El gobierno Chino designó patólogos de universidades e instituciones médicas para conducir un estudio sistemático de autopsias y biopsias percutáneas en casos que hubieran sucumbido a la infección por COVID-19. Para abril de 2020 los equipos de patólogos habían estudiado 91 casos, comentando que podrían constituir el mayor número de casos autopsiados, estudiados de manera integral en el ámbito mundial. Los patólogos colaboraron con técnicos e ingenieros para conformar plataformas de bioseguridad para llevarlas a cabo. Al mismo tiempo, las leyes y reglamentos gubernamentales tuvieron un papel importante para responder ante la mayor emergencia sanitaria.
El cuadro clínico estuvo centrado en el sistema respiratorio, con múltiples perfiles y gravedad diversa. No publicaron sintomatología específica de órganos y sistemas. Describieron que la infección por el virus SARS-CoV-2 causa múltiples lesiones en tejidos, órganos y sistemas con predominio de extensas lesiones pulmonares: trombosis, tromboembolia, hemorragia, consolidación del exudado y fibrosis; hemotórax, neumotórax y hemoneumotórax; invasión bacteriana, por hongos o infección múltiple y sepsis, las cuales se presentan en dicho trabajo claramente ilustradas, así como de lesiones macroscópicas que demostraron invasión viral en todos los órganos y sistemas mediante técnicas de PCR; con los estudios inmunohistoquímicos únicamente en el páncreas no se confirmó y por microscopía electrónica solo en 10 de los 19 tejidos se confirmaron datos de lesión por la infección viral (pulmones, corazón, bazo, intestino, riñones, testículos, ovarios).7
A partir de mayo de 2020 se publicaron de manera progresiva centenares de estudios locales con múltiples propósitos. Basados en los resultados obtenidos mediante autopsias, se han descrito las características del COVID-19 fatal por diversos grupos en el ámbito mundial. En mayo de 2021 Caramaschi y col.12 publicaron una revisión sistemática de 58 estudios internacionales que incluyeron datos demográficos, comorbilidades, hallazgos histopatológicos e identificación de virus en múltiples órganos de 662 pacientes. Al mismo tiempo Sessa y col.13 divulgaron un artículo de revisión. Se presentan los datos más relevantes publicados por ambos grupos de investigadores, agregando información de otros autores cuando es pertinente o complementa la información.
Las lesiones pulmonares que afectan a la totalidad de los casos son múltiples y diversas. Interesa enfatizar además de inflamación, infiltrados celulares, fibrosis y engrosamiento alveolar, neumonía y bronconeumonía; lesiones vasculares incluyendo vasculitis necrosante, microtrombosis y hemorragia.12,14 El coronavirus también produce disfunción endotelial como posible mecanismo de la disfunción multiorgánica.13 Bosmuller y col.8 han investigado en profundidad la patología pulmonar y dado a conocer complejos modelos explicativos de alteración de las citocinas. En las etapas tempranas se produce capilaritis exudativa con micro trombosis y niveles elevados de interleucinas, principalmente IL-1b e IL-6. En estadios más avanzados hay daño alveolar difuso y trombosis de vasos pulmonares, áreas de infarto y coagulación intravascular diseminada. El RNA viral y partículas virales se encuentran en el pulmón en las células endoteliales y neumocitos.8,9 Es relevante el problema trombótico de las venas profundas, embolismos pulmonares de grandes vasos y microtrombos.14
Son muy escasas las publicaciones que incluyen datos demográficos. De la revisión de 18 series reportadas por Sperhake15 durante 2020 y 28 series más por Maiese y col,16 incluyendo 341 casos, no se obtuvieron datos. Conviene subrayar que para esa fecha el número de casos fallecidos era un poco más de la quinta parte de los 5 millones reportados en noviembre de 2021.1 Los autores comentaron que, sin duda, para la fecha actualizada la información pudiera cambiar, pero no se localizaron datos recientes. Los datos demográficos se tomaron de Edler y col.17 y de Elsoukkary y col.18 El intervalo de edad fue de 22-100 años, en tanto que en otras series o reportes de casos se encuentra edad menor al año, con una relación 2:1 casos (masculino/femenino), y aunque no alcance esta tasa, en la mayoría de los informes es más alta la mortalidad en individuos masculinos. Están representados todos los grupos étnicos. De 80 autopsias,17 32 casos (0.64) se encontraban hospitalizados, 12 (0.15) procedieron de su hogar, unidades de cuidados intensivos 17 (0.21), casas de retiro (nursing home) 14 (0.17), servicio de urgencias (emergency rooms) 1(0.1), hotel 1 (0.1) y sin información 3 (0.4). La sintomatología previa al ingreso consistió en cuadros clínicos de alteración de vías respiratorias, desde manifestaciones leves tipo resfriado, hasta neumonía grave con insuficiencia respiratoria severa ARDS (acute respiratory distress syndrome).
En la serie de Elsoukkary y col.18 la neumonía como manifestación primordial de la infección por SARS-CoV-2 fue la causa de la muerte en 70/80 casos (0.87), en tanto que en 15/80 (0.19) desempeñaron un papel importante como causa contribuyente de la mortalidad la sepsis, las cardiopatías (infarto, arritmia, endocarditis), la falla hepatorrenal y el cáncer metastásico. En 6/80 (0.05) la muerte se debió a causas no relacionadas al COVID-19, enfermedad cardiaca (infarto), enfisema con insuficiencia respiratoria y cáncer. Mauad y col.19 comunicaron que, en su serie con 41 casos, la evolución de los patrones de lesión pulmonar, el tiempo transcurrido entre los síntomas iniciales y la muerte variaron de tres a 47 días con media de 18, con cero a 40 días, media de 12 días de evolución intrahospitalaria y permanencia en cuidados intensivos de cero a 38 días con media de 9. Se dividió el tiempo transcurrido desde el ingreso al hospital en terciles para realizar algunas estimaciones. En el primer tercil (cero a ocho días) predominó el patrón exudativo del daño alveolar difuso (DAD), mientras en el tercero (17 a 40 días) predominó el DAD grave. Sekhawat y col.14 señalaron que aproximadamente 20% de los infectados estuvieron hospitalizados, de los cuales 20% requirieron de cuidados intensivos. Entre 50 y 80% de los casos bajo cuidados intensivos fallecieron, con una mortalidad de dos a 4% en países con recursos suficientes para su atención. La evidencia disponible enfatiza: a) la lesión microvascular sistémica y la “inmunotrombosis”, con activación del sistema hematolinfoide como mecanismos en la patogenia del COVID-19, b) el pulmón es el órgano más afectado con daño alveolar difuso de gravedad variable, y c) todos los órganos se afectan, pero el corazón, el cerebro, los riñones y el hígado tienen mayor impacto fisiopatológico.
De la comorbilidad hay dos puntos relevantes, por una parte, su riesgo básico para la mortalidad y, por otra, la descripción de hallazgos patológicos post mortem.12 Se reconoce el predominio de la diabetes y la hipertensión con sus numerosas complicaciones, pero la enfermedad cardiaca (cardiomiopatía y fibrilación auricular), las lesiones hepáticas, pancreáticas, renales, la demencia, el daño cerebral y el cáncer (mamario, colon, tiroides y cervicouterino) desempeñan también papeles relevantes. Excepcionalmente, las comorbilidades se observan de manera aislada, pues en la mayoría de los casos se manifiestan en combinación. En algunas series se anotan estimaciones de riesgo empleando índices estandarizados como el índice de comorbilidad de Charlson que combina número y peso de las alteraciones. Kuswardhani y col.20 indican que con puntajes entre 1 y 2 el cociente de riesgo de mortalidad es de 1.41 (1.27-1.57; p < 0.001) en comparación con índice de 0, en tanto un puntaje de 3 o mayor, aumenta a 1.77 (1.68-1.86) en los reportes consultados (20). En el estudio de Edler y col.17 en 12 (0.15) de los casos se estimaron puntajes 3 y 4, el 0.85 restante mostró puntajes 1 y 2.
Los hallazgos en las investigaciones de Ackerman y col.6 y Tzancov y col.10 no se restringieron a la descripción detallada, descubrieron el daño endotelial, demostrando la inclusión de los virus en estructuras intramembranosas intracelulares de la red trans Golgi y el retículo endoplásmico. Ackerman y col.6 compararon las lesiones pulmonares entre COVID-19, influenza y controles; solo en los casos COVID-19 descubrieron lesiones endoteliales con alteración de las redes vasculares alveolares y angiogénesis clasificada como intususceptiva. Las aportaciones de las ciencias básicas han sido muy importantes como avance científico y como elemento rector para el tratamiento, concretamente en los campos de la inmunología, hematología, virología y bacteriología, y para el avance del diseño de vacunas con implicaciones para el manejo de los casos, lo que ha permitido el relativo control de la pandemia. Han habido también avances en la terapéutica, con lo cual se ha disminuido la mortalidad y se espera que también las secuelas de los sobrevivientes.